Mi Árbol de Navidad
Estaba oscuro y los pasos de
Lucas hacían eco, estaba todo mojado, solo y silencioso, y unas pocas luces de
navidad se reflejaban por todo el asfalto y los charcos.
Caminando, notó como el
resplandor en uno de los charcos era más brillante, y al observar con más
detenimiento, vio como la cantidad de luces no solo era mayor, si no que los
edificios parecían más altos. Se quedó unos minutos más viendo con atención, su
reflejo no se veía sobre la superficie.
La curiosidad pudo con él y fue
cuando se introdujo lentamente en el agua.
Sin saber exactamente cómo, se
vio parado en medio la calle. Sorprendido notó que podía respirar y moverse sin
dificultad, como si no hubiera agua desde el principio ¿realmente había entrado? Pero toda sorpresa inicial quedó olvidada completamente
a medida que andaba por la acera, frente a él se encontraba una plaza.
En esta, luces de todos los
colores llenaban cada rincón posible, era hermoso, ni en viejas postales, ni en
la vida real había visto decoraciones tan llenas de detalle ni visto luces tan mágicas.
A su alrededor había pequeños
puestos que vendían dulces y pasteles, e impregnaban el aire con dulces aromas,
pero le fue imposible acercarse a ellos pues había demasiada gente, las
personas comían, bebían y conversaban sonrientes y no parecían prestale atención.
Mas adelante pudo ver a músicos tocando, gente bailando, y finalmente en medio
de todo, un gran árbol.
Al pie de éste unas personas parecían
hacer fila, al principio pudo divisar como un hombre subía sus brazos y acto
seguido algo caía del árbol.
Curioso, Lucas se acercó a las personas
y les pregunto qué hacían y que era este árbol.
-Este es el árbol de nuestro pueblo, tendrá
como unos mil años quien sabe, cada año en navidad tiene fruta extra para
nosotros -respondió uno.
-Pero la verdad es que es un
tacaño, siempre tiene fruta en sus ramas y sin embargo, solo nos da 3 veces al
año – respondió otra.
- ¿Hasta hace 2 años no eran 5
veces?
- ¿Le han preguntado por qué? –preguntó
Lucas.
Las 2 personas intercambiaron
miradas y luego echaron a reír.
-Escucha niño -dijo colocando una
mano en su cabeza—Hay ciertas cosas que son inútiles de discutir ¿sabes? todos
mentimos, y ese árbol también.
-Pudieras hablar con él, si
buscas perder tu tiempo ¡mucho tiempo! Ahora, si solo quieres fruta extiende
tus manos ¿entiendes? para eso sirve.
Habiendo tanta comida, Lucas no le
encontró sentido a la gran necesidad de recibir esas frutas, ¿acaso a ellos no
les dejaron espacio para llegar los puestos de comida? No satisfecho con las
respuestas, decidió ir el mismo a hablar. El árbol desprendía un aroma cálido,
casi familiar.
- ¡Hola! me llamo Lucas.
-Mucho gusto Lucas—efectivamente
el árbol hablaba, con lentitud—¿en qué te puedo servir?
- ¿Es verdad que usted tiene 1.000
años?
-Si, he vivido por mucho tiempo,
pero el tiempo no es algo al que le lleve la cuenta de la misma forma que
ustedes, he estado aquí desde mucho antes de la construcción de este pueblo. Durante
mucho tiempo fui el único árbol en esta colina. Protegí y alimenté a las
primeras personas que llegaron aquí, y a cambio ellos me hacían compañía,
recuerdo que hacíamos muchas celebraciones.
-¿Celebraciones
cómo esta?
-Como esta y muchas otras, era común
para ellos el hablarme y hacerme regalos. Actualmente no es tan común sin
embargo, espera, ten – dijo al tiempo que caían unos albaricoques de sus ramas—estoy
un poco viejo, así como la tierra a mi alrededor, y no puedo producir como antes,
pero siempre te puedo dar un poco de fruta en esta época, es ahora cuando logran
su mayor dulzor ¿qué estaba diciendo? ¡Ah! si, vi crecer a este pueblo y soy
feliz al verlos felices en ocasiones como ésta y saber que todavía mis frutas
son de su agrado. Espero no te haya incomodado la lentitud de mi voz.
-No, es agradable, y respondiste
todo, gracias.
-Gracias a ti Lucas, siempre que
necesites estaré aquí.
- ¿Te falta mucho? tienes
personas detrás de ti ¿sabes? —dijo una voz tras de él en mal tono.
¡Grosero! pensó Lucas ofendido,
pero no importa, si algo había sacado de esta conversación es que ahora estaba
decidido a darle un regalo al árbol. Las personas acá podrán celebrar todo lo
que quieran pero necesitan un lección de verdadero espíritu navideño.
Podré ser un niño aun y tal vez esté
siendo inocente, pero es navidad y todos merecen compañía si la necesitan, o un
mínimo gesto de agradecimiento. Además quería seguir conversando, un ser tan
antiguo seguro tenía mucho que contar.
Pero decir es más fácil que
hacer, buscar un regalo para un árbol no es una tarea rápida, y menos si los
estantes no cooperan, cada vez que intentaba concentrarme en algún producto,
este terminaba desapareciendo o cambiando de posición ¡que pésima atención!
¡BROOOOOOMMMM!
Estaba tan concentrado que no había
notado el creciente ruido y alboroto. ¿Qué fue ese gran ruido? su corazón dio
un brinco.
Llegó volando hasta el árbol solo
para verlo desplomado, a su alrededor personas bailaban y festejaban corriendo
con brazos llenos de frutas, “¡finalmente cayó!”, “¡el que dañaba la tierra cayó!”.
- ¡Aprovecha muchacho! ¡Ahora podrás
tener toda la fruta que quieras!
En sus oídos el ruido se hacía más
y más fuerte. Estaba totalmente paralizado.
Su corazón latía con fuerza pero finalmente
se pudo mover.
Estaba ya despierto pero una
fuerte ansiedad y un nudo en la garganta seguían allí.
Agitado todavía, se dirigió a la cocina, eran
las 5 de la mañana y su abuela ya estaba haciendo café.
- Buenos días abuela.
- ¡Buenos días milu! ¿por qué tan
temprano? ¿estás bien mi vida? ¿pasó algo?
- Tuve una pesadilla extraña.
Su abuela lo envolvió con un
abrazo fuerte y tibio, el olor de su perfume, albaricoques. Todo volvía a estar
bien.
- Gracias abue... Feliz Navidad.
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